domingo, 25 de marzo de 2012

Preservación de lenguas únicas

Traducción: Tomado de New York Times        





Tecnologías modernas pueden salvarlas tanto como destruirlas
La frase: “Úselo o deséchelo” aplica a pocas cosas convincentemente como a las lenguas poco conocidas. Una lengua no hablada se marchitará y extinguirá. Si tiene suerte, puede ser preservada en un diccionario lexicográfico especializado tal como un espécimen disecado de una mariposa desaparecida que perdura en una vitrina de un museo. Si no tiene fortuna, desaparecerá para siempre en el agujero de la memoria que es la historia sin escribirse.
Este no es el destino que contempla David Harrison, de la Universidad Swarthmore, en Pensilvania. El Dr. Harrison es un optimista. El cree que las Tecnología de la Información, TI –algo visto por la mayoría como una amenaza para la diversidad lingüística- podría actualmente cambiar de rol, para convertirse en salvadora.
Enfrentando estas cosas, hay pocas fuerzas poderosas en contra de la extinción producida por las TI. El Internet, en particular, es visto como una amenaza. Se extiende como imperio, en lenguas ampliamente habladas como el inglés, frente al uso más modesto de lenguas locales, tal como especie de plantas y animales introducidas para aminorar robustas especies nativas.
El Dr. Harrison, sin embargo, está ayudando a los hablantes de lenguas en uso amenazadas por las TI.
El dio detalles de cuatro proyectos, en India, Oregón, Papua Nueva Guinea y Siberia. En unos, permaneció con los hablantes –unos cien-  de un lenguaje local, cuando el proyecto inició. En otro, con un solo individuo que realmente conocía la lengua.
La primera tarea en cada caso fue crear un diccionario de la lengua para poder subirlo a la Web, tal como los hablantes hablaban la lengua cuando tuvieron acceso. Este trabajo en sí iluminó el camino extraordinario que extiende la tecnología.
El segundo pueblo en Papua Nueva Guinea que habla el Matukar Panua, por ejemplo, se había conectado a la red eléctrica del país únicamente en el 2011, pero casi inmediatamente la gente había empezado a usar el Internet y el diccionario que Harrison había ayudado a crear. En Oregón, mientras tanto, algunos ahora textos, cada otro en Sileta Dee-ni. Esta fue una lengua que tuvo únicamente un hablante fluido cuando inició el proyecto, pero con su ayuda y la de otros pocos que conocían parcialmente la lengua, Harrison y su equipo han construido un diccionario de habla que contiene 4.000 palabras.
Algo similar pasará también, ellos esperan, en la parte nororiental de India, donde el Koro-Aka es hablado. Allí la gente obtiene teléfonos móviles antes que vías transitables para llegar y ser familiarizados así con la tecnología. Harrison piensa que cuando el diccionario Koro-Aka esté completo, escribirán mensajes en este lenguaje también rápidamente.
El proyecto más avanzado de los cuatro está en Tuva, al sur de Siberia, donde el ruso es la lengua dominante. Un diccionario de habla ha existido desde el 2006. De manera no oficial, nativos del Ártico tienen cientos de palabras para diferentes clases de nieve. Pero los Tuva realmente tienen docenas de colores y diseños de lanas de cabra. Ellos también tienen tres versiones del verbo ir, cuyo uso correcto depende de la dirección de viaje en relación a la dirección del curso del río local. Todos estos y más, ahora están disponibles en Tuva. En efecto, de acuerdo con Harrison, la naturaleza global de la Web han engendrado al menos una relación de larga distancia entre un hombre de Texas y una mujer de Tuva, suportado en su lenguaje.
Lo que este proyecto tiene en común, y lo que es más probable es que suceda, aunque no esté reciente la tecnología. Esto es que en cada sitio hay un entusiasmo local que es bastante prudente cuidar sobre salvar su patrimonio y para ver esta necesidad de abrazar la modernidad. Algunas veces, este entusiasmo ha chocado con los mayores de las tribus que desean mantenerse a salvo del mundo moderno en una bahía que preserve un aspecto de su cultura. Pero esto no procederá. En palabras de Guiseppe Tomasi di Lampedusa, “para que todo permanezca lo mismo, todo debe cambiar. Si no es así, todo se perderá”.